En 1896, un muchacho de bodega, Ignazio Parisi, imagina una nueva ciudad ideal, hermosa, de construir como una terraza impresionante sobre la antigua ciudad de Gratteri, debajo de la roca de San Vito. Un pueblo sin disperación, pobreza, opresión donde vivir habría sido maravilloso y nadie habría querido abandonarlo para emigrar a América. Pero en esta nueva ciudad sólo los más jóvenes y los más guapos habrían podido vivir aquí, motivo que conducirá a una furiosa disputa en la bodega del maestro Antonino Pagliaro.
De hecho, su locura inicial se convertirá en un sueño que gusta, incluye y unifica todos sus compatriotas que quieren construir esta ciudad y llamarla Parisèa, del apellido de quien la ha proyectada. Hoy, pasar por aquella calle es obligatorio si quieréis regalaros la emoción de imaginar el sueño de Ignazio Parisi. Os se abrirá un panorama siciliano fascinante donde, en el pasado, los chicos del pueblo solían comunicar con sus novias desde los puntos más altos de aquella roca, como un teléfono sin hilos.
Y quizás, si tenéis suerte, podráis oír el eco de Ciccio Picciotta – el empleado público de los años ‘50 – que, posicionándose encima de aquella colina, con un grito poderoso, solía informar la comunidad entera sobre eventos repentinos o comunicaciones importantes como la reapertura de las escuelas: ‘Dumani matina si rapunu i scuoli, maschili e femminili’.