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Desde Piazzetta Scala, no podéis dejar de descubrir un callejón escondido detrás de un abrevadero de piedra donde se abre un camino empedrado al pie de la antigua fortaleza. Desde ese slargo es posible todavía vislumbrar lo que queda de las murallas del antiguo castillo además de la vista del campanario de la Vieja Matriz. Es la calle Arcaria, que tomaría el nombre de los arcos o galerías debajo del castillo original.
Se dice, de hecho, que en esta zona había pasajes subterráneos y se encontraban las prisiones de la antigua fortaleza de los Ventimiglia. Aunque hoy completamente destruido, hasta los primeros años del siglo XIX todavía eran visibles varias habitaciones destruidas por la construcción de la Nueva Iglesia Madre (Scelsi 1981).
Estas cárceles son conocidas por la oscura historia de don Antonio Ventimiglia que hizo secuestrar al obispo de Cefalù Niccolò De Burellis, que fue asesinado de hambre en esa cárcel en 1359 por defender enérgicamente los bienes de la iglesia y en particular el cargador de trigo de Roccella (Di Francesca, 2000, p.15).
Se dice que su cuerpo fue encontrado, sin vida y de rodillas, con los ojos en el cielo. Una historia muy similar a la del conde Ugolino de la Gherardesca narrada en la Divina Comedia, que fue encerrado cruelmente en la torre de la Muda di Pisa y hecho morir de hambre a tientas en la oscuridad.